Son las 22.45 y mi Iphone me ha dicho que me vaya a la cama. Supongo que el infierno es esto. Que una máquina sustituya a tu madre.
Viniendo como vengo de la conferencia del filósofo Byung Chul Han, azote del enjambre digital, viene a darle la razón y a obligarme a escribir en este blog desde hace mucho tiempo. Él lo llama autoexplotación. Pues sí. Aquí estoy autoexplotándome antes de ir a dormir.
Hay varias cosas que me ligan a Han: uno, yo trabajé en Herder cuando se publicó La sociedad del cansancio y La sociedad de la Transparencia, y dos, la propia temática sobre el papel de las redes e Internet en nuestra sociedad.
Si este fuera un resumen heterodoxo de todo lo que ha dicho Byung-Chul Han en el Cccb, vendría ser estos consejos: olvídate del dedo, deja de viajar como una oveja y planta un jardín.
De mis tiempos en Herder sé muy bien de su alergia a moverse, a relacionarse con medios (los pocos que lo han tratado, han sufrido) y a cualquier norma convencional de cortesía. El hombre va a su bola (Y ojo, a mi no me parece mal). Así que, que viniera a Barcelona ha sido un acontecimiento, sino un milagro. Más de 700 personas y un aire de groupies filosóficos rondando la sala.
El caso es que esperábamos a un tipo tímido, pero en seguida ha entrado al trapo. «¿Estoy en España o en Catalunya?» Risas en el auditorio. «Bueno, en realidad no sé mucho… voy a dejarlo… Pero deberían saber en qué país viven porque no lo saben». Toma.
Y el parlanchín Han ha empezado a contarnos interioridades. Ayer estubo caminando por Barcelona y acabó en el único sitio dónde no se sintió un turista, confesó: porque estaba solo. Llovía, eso ayuda bastante en esta ciudad a sentirse solo. En el laberinto de Horta.
Allí se miró a un estanque y se sintió Narciso en medio del famoso laberinto del parque. Así está el hombre: un narciso egocéntrico desorientado en medio del laberinto digital, aturdido por la hipercomunicación y la falta de orden y sentido.
Un cáncer llamado narcisismo
Han ha entrado a matar. «La sociedad tiene dentro de sí un cáncer» ha dicho, que la atacará desde dentro. El narcisismo desastabiliza la sociedad y la hace caer en el vacío. Crítica al sistema neoliberal, que sigue la lógica del rendimiento, la explotación, el consumo. «Solo el Eros da vida a la sociedad. Necesitamos una terapia que permita recuperar la sociedad y la solidaridad».
De ahí Han ha vuelto al tema de la política catalana, y ha dicho que si él fuera político sería mucho más radical que Puigdemont (yo creo que quería decir Colau, ya verán…). Que si por él fuera cerraba el aeropuerto y prohibiría los cruceros… (Uy, no le den ideas a la Colau). Risas y aplausos del auditorio.
En esta lógica del máximo rendimiento el turismo pisotea la tierra. » Las masas turísticas son un poder que destruye nuestro mundo». Para calmar los ánimos ha dicho que mejor no dejan ser políticos a los filósofos, ni a los políticos, filósofos. Por el bien de Puigdemont.
El jardín de la realidad
Hace tres años que decidió dejar de viajar. Y ahí nos metemos en el jardín. El movimiento del dedo de la pantalla nos hace perder la realidad de vista. Solo existe el timeline y cómo descartamos a golpe de dedo al mundo.
Y de ahí que Byung-chul Han nos confiesa que le dio por plantar un jardín. «Necestaba sentir la tierra». No viajar como una misión política. Dijo que eligió estar en un sitio, «habitarlo» y ver crecer a sus flores entre la nieve berlinesa. Deambular, hacer el vago, cuidar de la tierra. ¿Trabajar, rendir, producir? Ya lo dijo nada más empezar: trabajar es la peor de las esclavitudes.
Un mar de datos
Otra de las imágenes que utilizó Han fue la del mar, el mar digital que todo lo cubre, que se convierte en el nolugar inhabitable. Un barullo de información que carece de sentido. Donde no hay límites ni confines, donde ya no se distingue lo privado de lo público y la hipercomunicación rompe todas las distancias. Todas las barreras de protección han sido superadas
De la ilustración llegamos al dataísmo. Perdimos la soberanía. Los datos y la información son libres, el hombre ya no lo es. El dataísmo sustiuye la realidad por datos. La transparencia es en aparencia positiva, pero en realidad es el fin de la ilustración, de nuestra soberanía. Ahora manda el dato, el algoritmo decide.
El eros, la salvación
No sé si era casual que hablara de los terroristas en Barcelona. Habló de los suicidas: narcisos que se agreden a sí mismos y a los otros. La realidad los ha apartado y les niega la gratificación. Narcisistas que se atan un citurón explosivo para caer en el abismo.
El eros, la diferencia, aceptar la alteridad es la salvación según Han. «Sin lo ajeno seríamos ciegos de lo propio». El otro nos hace conocernos y reconocernos y huir de nuestro vacío narcisista.
Y su última idea acabó de nuevo en Catalunya, con ganas de provocar. «No hay nada más erótico que un catalán/ana enamorándose de un español/a y viceversa. Hace falta más eros que disputa».