Press es una producción de la BBC de 2018 (en Filmin), en la que cabría esperar, como prometen, que el nuevo paradigma digital (ejem, llevamos 20 años con el dichoso cambio) centrara buena parte de la trama. Pero lo más sorprendente es que este tema acaba siendo del todo residual.
La historia se centra en dos periódicos antagónicos en sus contenidos y en su visión del periodismo, en los que uno puede identificar con el todopoderoso tabloide The Sun, y con nuestro admirado The Guardian.
Y aunque estamos en el siglo XXI me ha sorprendido lo poco que Internet y su redacción online aparecen en la serie. No sabemos qué problemas tienen, si alguien ‘toca’ la web, porque la serie se obsesiona con el papel, la portada que vende ejemplares en un kiosko, en apretar el botón rojo de enviar a imprimir un bombazo.. ¡Paren rotativas!! ¿Internet? Bah, apenas se menciona. Y si se le menciona es para que alguien diga «los ingresos de la web no compensan la caída de venta del papel». Bostezo.
The Herald pasa por apuros económicos y se plantean lo que parece que es un dramón: poner un anuncio en la portada de la revista dominical. La directora, mujer y periodista respetada, muestra sus preocupaciones al responsable de Marketing, un millenial al que tiene que explicarle qué era un video VHS. «Me preocupa que la gente nos pierda el respeto. La gente nos compra por la verdad, ¿cómo va a confiar en nosotros si hay publicidad?».
A ver… este diálogo te produce un poco de perplejidad, porque diría yo que no hay ni un solo diario en Reino Unido que no tenga publicidad, pero en fin, corramos un tupido velo…
Pero en cambio, si uno es capaz de superar esta pequeña decepción gremial, los personajes y las tramas te van interesando más y más. Y sobre todo, un personaje: Ducan Alen, el director del tabloide del Post, retorcido e implacable tanto con sus periodistas o con el primer ministro si hace falta. Es sin duda el personaje más interesante y el que va mostrando más aristas. Resumiendo: es un cabrón en toda regla capaz de vender a quién haga falta.
Una de sus mejores frases es cuando le dicen que en Twitter se están quejando de una información que han publicado. «¿Twitter? Solo son monos tecleando».
Su personaje antagónico -y con el que empieza una extraña relación- es la subdirectora del Herald, Holly Evans, que es retrato del periodista más idealizado: entragada al periodismo en cuerpo y alma, -sin vida privada- comprometida con el bien común, en azotar a los malos y proteger a los débiles.
Ambas redacciones van mostrando lo mejor y lo peor del periodismo. El sensacionalismo frente al periodismo responsable, la información frente al entrenimiento, el compromiso con los lectores versus los intereses y las influencias políticas.
Os lo pasaréis bien. Pero ficción (¡o realidad!) hasta cuando tienen una exclusiva, la envían a imprimir antes de publicarla online. Y luego, pasa lo que pasa, que no quiero ser spoiler…
El ‘glamour’ sigue estando fuera de lo digital.