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Oriol Maspons y una mujer violada

Oriol Maspons ¿Qué pasaría hoy si una revista ofreciera dinero para entrevistar a una mujer violada, y a ser posible, embarazada? Hoy nos parece algo impensable, pero esto es lo que pasó hace poco más de 40 años.

Esto es lo que descubrí visitando a restrospectiva que el MNAc le hace al fotógrafo Oriol Maspons y que convertí en un hilo de twitter.

El 28 de septiembre de 1977 la revista interviu puso este anuncio en La Vanguardia: buscaban una mujer violada, -a ser posible embarazada- y se le ofrecían «altos honorarios» por su participación en un futuro reportaje.

Oriol Maspons es un fotógrafo catalán,  renovador del lenguaje fotográfico en los años  50-60, miembro del grupo AFAL, y que durante su carrera tocó muchos palos: fotoperiodismo, foto de moda, publicidad, foto editorial…

Hay cosas muy interesantes en la expo, su formación como fotógrafo,  lo afortunado en su época por poder viajar al extranjero siendo muy joven, conocer otras corrientes fotográficas en una España encerrada en sí misma. Uno ve sus búsquedas y su versatilidad como fotógrafo -buena parte de su carrera junto a Julio Ubiña-. Pero también ve sus sombras, cómo en cierto momento Maspons se enreda en una imagen de la mujer que se va deteriorando.

La exposición de Maspons no oculta esta parte de su trabajo, y sobre todo, sus reportajes gráficos para Interviu: muchos trabajos sesacionalistas, de temática erótica y que le echaban incluso mucha imaginación a ese «periodismo» que intentaba desquitarse tras tiempos de represión. Pero como veremos, la liberación iba por barrios. Su compañero redactor de esos reportajes fue  siempre Luis Cantero.

Volvamos a aquel anuncio en 1977, que se publicó en La Vanguardia y no en El Periódico, que nacería casi un año después. Lo que llama la atención es que tras la publicación de aquel anuncio fue precisamente la reacción:  diferentes grupos de mujeres salieron a la calle a manifestarse.  El País  publicó el 4 de octubre de 1977 : «Un centenar de feministas asaltó anoche la sede de los laboratorios fotográficos de la revista Interviu».

Según los hechos que tuvieron lugar el 3 de octubre, la actitud de las «feministas radicales» como las llama la información, era «agresiva en extremo» y que llovieron huevos y tomates, y un spray acabó en los ojos de Luis Cantero, el periodista de Interviu con el que solía trabajar Maspons.

Ese mismo día, La Vanguardia hablaba una manifestación en Gràcia -cortaron la circulación-, aunque no menciona dónde se publicó el anuncio (en su diario) ni de qué revista se trataba. «Las miembros da asociaciones feministas exteriorizaron su protesta de manera inconfundible».

En la hemeroteca del diario ABC, encuentro una referencia al anuncio, aunque no a la manifestación. En un breve, ABC recoge las reacciones de diferentes grupos de mujeres y menciona que la dirección de Interviu dijo no saber nada del asunto con anterioridad

No queda claro la relación directa de Maspons con el incidente, aunque él fue un colaborador habitual de Interviu y fotógrafo de cabecera del ya mencionado Luis Cantero. En la exposición se identifica el lugar de las protestas como el estudio del fotógrafo.

Supongo que no sería justo juzgar el pasado con los ojos de hoy, pero una propuesta así hoy hubiera llenado portadas, telediarios, y protestas. En aquella época, un par de breves en la prensa, pero ya había mujeres que se movilizaron en la calle.

En mi búsqueda por las hemerotecas, encontré esto: una carta de una lectora en La Vanguardia, que no está relacionada con los hechos, pero me llama la atención el grito ahogado que ya existía en 1977. «Ya que no se alza una voz de nadie». «Nos matan por el hecho de ser mujeres»

Carta Lavanguardia MasponsOriol Maspons, dedicado una parte de su carrera a la fotografía de moda, contribuyó con sus fotografías a la cosificación de la mujer y creo que la exposición no oculta esta sombra en el fotógrafo. De hecho, la comisaria de la exposición, Cristina Zelich explicó que Maspons hacía vestir a las modelos con su camisa: “Como una especie de obsesión de borrar cualquier rasgo de identidad y que solo quede el cuerpo, la mirada… Son mujeres hermosas, sensuales, se ve que hay todavía una admiración hacia ellas, pero poco a poco va cosificando sus cuerpos, las despersonaliza y las convierte en maniquíes cada vez en posiciones más raras, como si fueran muñecas”.

Hay una coincidencia algo macabra: el redactor de El País que cubrió la protesta fue Alfons Quintà.

 

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